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MI PRIMERA BEHOBIA

Finisher 2h16´

La primera vez que fui a Behobia fue en 2015 y lo hice en calidad de fan, ya que varias Locas se estrenaban en esta famosa carrera. Por aquel entonces yo empezaba a correr y mi mayor objetivo era correr 5k sin necesidad de parar.

No fue hasta este pasado marzo cuando me empezó a rondar por la cabeza la idea de hacer Behobia, sería mi primera carrera de larga distancia, nunca había hecho ninguna carrera de más de 10k y de hecho, nunca había corrido más de 12k. Se abrieron las inscripciones y sin pensar me compré el dorsal, empezaba la cuenta atrás para poner el cuerpo y la mente apunto para una de las carreras más famosas y exigentes de nuestro país.

Llegó el día de la carrera, el día en el que todo el entrenamiento daría sus frutos. En nuestro cajón de salida mi hermana y yo, es su tercera Behobia y sabe lo que le espera, para mí todo es nuevo, hasta lo que siento, es una mezcla entre nerviosismo, ilusión y agobio. El speaker no deja de animarnos y recordarnos lo que falta para el pistoletazo de salida. Salimos y los 2 primeros kilómetros los recuerdo como los más rápidos de mi vida, no es que yo fuera rápida, es que se me pasaron volando. Cientos de personas a mi alrededor, corredorxs, público, voluntarixs. Escuchaba mi nombre y frases motivadoras de personas que no me conocen de nada, que gritaban bajo la lluvia solo para darme una fuerza que nunca podré agradecer.

Kilómetro 10 y la lluvia nos ha respetado, hasta ahora. Empieza a llover con intensidad, llueve de lado porque el viento también nos acompaña en esta carrera. Y por último el granizo se unió a la fiesta. Llegado un punto, me vi corriendo, hablando sola y riéndome de la situación: “Por Favor, ¿es esto posible? estoy corriendo una distancia que nunca antes y me esta cayendo la mundial” Me reía porque si lo pensaba bien la situación no era más que graciosa.

Kilómetro 15, mis piernas dijeron “Sandra, ya, hemos llegado a nuestro tope”. En ese momento, por mi cabeza pasaban muchas cosas, pienso en retirarme, pienso en parar y en descansar un poco, pero sabía perfectamente que si paraba se acabó. A mi mente vino mi entrenador, David, y esos momentos en los entrenos que me decía: “Venga que puedes un poco más”. Ese poco eran 5 kilómetros, bueno, ya eran 4, que de tanto pensar ya se me había pasado uno. ¿Cómo no iba a poder con 4 kilómetros? Toca tirar de cabeza, olvidarse de las piernas y conseguirlo.

En los dos últimos kilómetros del recorrido, pese a la lluvia, el ambientazo es increíble y a medida que avanzas hay más y más gente, gente gritando tu nombre, diciéndome que no queda nada y que soy una campeona. No he participado en muchas carreras pero os prometo que en ninguna me he sentido así.

Fin, paso la línea de meta y solo puedo llorar, lloro de emoción, de cansancio, pero sobre todo lloro de felicidad porque lo conseguí pese a todo, pese a la lluvia, el frío, el sufrimiento. Un desconocido me pone una medalla al cuello, me ve llorar, sonríe y me da una palmadita en la espalda. Os juro que me dieron ganas de abrazarle y los que me conocéis sabéis que yo no hago esas cosas.

Al final reto conseguido y una experiencia maravillosa que para mi se queda. Tengo claro que esto no se consigue por uno mismo, que te hace falta una hermana y un marido que te riñen si no entrenas, unas locas con las que hacer kilómetros, un entrenador que te dice que si se quiere se puede y un montón de gente que te quiere y te anima.

No me voy a olvidar de la organización y de todos esos voluntarixs que hacen Behobia posible. Bajo la lluvia y con ese frío te gritan, te animan y te hacen reír. ¿A qué corredor no le hizo gracia esa voluntaria que en lugar de agua en el avituallamiento te ofrecía granizado a grito pelao?. Que grandes sois.

Si te estás pensando participar, deja de pensarlo y hazlo.

GRACIAS BEHOBIA-SAN SEBASTIAN



Sandra




¡GRACIAS POR LEERNOS!



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